Pocos osos y, además, aislados
Un estudio realizado por dos investigadoras de la Universidad de Oviedo prueba la separación genética entre las poblaciones occidental y oriental «al menos desde hace 50 años»
Oviedo, L. M. ARCE Las dos subpoblaciones de oso pardo cantábrico llevan, al menos, 50 años completamente aisladas, sin intercambio genético, según concluyen las investigadoras Trinidad Pérez y Ana Domínguez Sanjurjo, del departamento de Biología Funcional (Genética) de la Universidad de Oviedo, en un estudio publicado en la revista «Conservation Genetics» y cuyas conclusiones ha dado a conocer el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC) del Ministerio de Ciencia. Ese aislamiento genético, inferido hasta ahora de la separación física entre los dos núcleos, ha quedado probado por el análisis de 146 muestras de heces y pelo recogidas entre 2004 y 2006 y correspondientes a 39 ejemplares de la subpoblación occidental y 9 de la oriental. Según las investigadoras, la diferencia genética entre las dos subpoblaciones es «extrema», de un 41 por ciento. Este fenómeno, puntualizan, «sólo se puede explicar por un aislamiento absoluto entre ambas subpoblaciones, al menos desde hace 50 años». Las investigadoras destacan que la diversidad genética de los osos cantábricos se sitúa «entre las más bajas descritas en la literatura científica» y llaman la atención sobre la elevada tasa de endogamia en el núcleo oriental, de un 10 por ciento, cuando «la tasa máxima tolerable para animales domésticos es del 1 por ciento». Este hecho, sumado a su exiguo tamaño (unos 20 osos), «muy lejos del que se considera viable», compromete «seriamente» su conservación a corto plazo. Con respecto a la subpoblación occidental, Pérez y Domínguez Sanjurjo consideran que el número de individuos «debería situarse cerca de los 200 -ahora hay entre 60 y 75- para que sea viable». Los resultados del estudio genético llevan a la misma conclusión a la que han llegado los biólogos que estudian la especie: «La conectividad entre las dos subpoblaciones es prioritaria si se quiere mantener el núcleo oriental, que estaría en riesgo de extinción inmediata», dicen. Esa conectividad es difícil, pero posible. El estudio genético ha identificado a un macho de la población occidental en Palencia. Algunas observaciones también corroboran cierto tránsito. «En teoría, si consiguiera reproducirse un migrante de una subpoblación a otra cada 10 años, reduciría la diferenciación entre las dos poblaciones al 20 por ciento (ahora es del 41 por ciento)», dicen las científicas. Esa migración incrementaría «considerablemente» las posibilidades de supervivencia del núcleo oriental.