Acechando al urogallo

La guardería ambiental sorprende de madrugada a dos personas en un cantadero de Monasterio de Hermo

Detalle del hayedo de la zona. pepe rodríguez

Gedrez (Cangas del Narcea),
Pepe RODRÍGUEZ
La guardería de Medio Ambiente del Principado sorprendió la semana pasada, a altas horas de la madrugada, a dos personas en un «cantadero» de urogallo -el lugar donde se desarrolla el cortejo de esta especie en peligro de extinción-, cerca de la localidad de Monasterio de Hermo, en Cangas del Narcea.

Según ha podido saber LA NUEVA ESPAÑA, los guardas localizaron a dos varones de entre 40 y 50 años, ambos vecinos de Gijón y que portaban linternas, en los alrededores de un «cantadero» situado a unos 1.700 metros de altitud. El encuentro se produjo pasadas las cuatro de la madrugada. Ambos individuos habían pasado parte de la jornada anterior en la localidad de Gedrez. Debido a que no portaban armas lo más probable es que su intención fuese escuchar a los urogallos en su ritual de apareamiento, aunque este extremo no está comprobado. Para acceder a la pista y subir andando hasta el «cantadero», habrían tenido cuidado en dejar el coche escondido para que no fuese visible desde la carretera.

Este suceso reviste especial gravedad porque el apareamiento de los urogallos es un proceso muy delicado que puede verse frustrado por cualquier interferencia. Los urogallos utilizan los «cantaderos» siempre a altas horas de la madrugada y durante un período de tiempo muy concreto y breve, que suele estar comprendido entre el 15 de abril y el 15 de mayo.

Las visitas a los «cantaderos» están expresamente prohibidas, salvo autorización especial de la Administración regional, desde que se detectó la importante caída poblacional que ha situado a esta especie al borde de la extinción. La pérdida continua de población, por factores no bien conocidos (probablemente una suma de circunstancias adversas), hace que cualquier molestia a las aves reproductoras adquiera especial gravedad, sobre todo teniendo en cuenta la bajísima tasa reproductora que presenta el urogallo en estos momentos.

La población cantábrica de urogallo posee gran importancia para la biodiversidad, ya que se trata de una subespecie exclusiva de la cordillera Cantábrica y que, según sostienen algunos investigadores, podría considerarse incluso una especie independiente atendiendo a su diferenciación genética con respecto a las demás poblaciones.

Actualmente, apenas quedan urogallos en el oriente de la región, de modo que el principal reducto de la especie en Asturias se encuentra en los concejos de Cangas del Narcea y Degaña.

Al contrario que el oso pardo, otra especie catalogada en peligro de extinción, el urogallo cantábrico ve cómo su población se reduce año a año y los esfuerzos por recuperarlo o no se producen en la dirección adecuada o no consiguen el efecto deseado.

Los expertos vaticinan la extinción de la especie en la cordillera Cantábrica en un plazo no superior a una década si no se corrigen los problemas que le han abocado al borde de la extinción.

Los «cantaderos» son importantes porque en ellos se desarrolla el cortejo y se fragua la reproducción, pero también son el baremo para conocer el estado de la población, según estén ocupados o no. Su situación proporciona, además, datos sobre la ecología y la selección de hábitat de la especie.

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Llegando esta época (finales del mes de abril y principios de mayo) se producen las típicas visitas del personal a los últimos cantaderos de urogallos que todavía existen y que van camino de desaparecer.
Esta práctica muy común por estas zonas del Alto-Sil y Occidente de Asturias están causando un grave daño a la especie que junto con las que ya padece se dislumbra un negro panorama para esta gallinacea ,de no cambiar la situación en unos veinte años según los especialistas el urogallo va a ser historia.
Hay que recordar que estas prácticas como cualquier molestia que se les cause a una especie en peligro de extinción son " ILEGALES". El año pasado por estas mismas fechas fueron sorprendidos un grupo de personas en la misma situación que estos últimos en las umbrías de Caboalles.
Esperemos que estas prácticas se vayan erradicando y que el príncipe de nuestros bosques vuelva a ocupar el terreno que le corresponde.